En los límites de Zapotitlán y Tlaltenco, al sur oriente de la ciudad, se encuentra un cerro conocido como El Corral, cuya empinada cumbre lleva hacia un inhóspito cráter. De fértiles tierras, las faldas de éste lugar observan el vivir de pueblos tlahuaquenses quienes viven de siembras de hortalizas, maíz, nopal y flores. Apenas a unos kilómetros de Iztapalapa, parece inconcebible un lugar dentro de el monstruoso orbe donde puedan hallarse especies como serpientes y camaleones. Y leyendas sobre brujos y espíritus.
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Y decían: